Afuera Está Lloviendo...Plomo

Mosa
Cuerpo

 

Recordando al maestro Pepe Pepe y luego la zancona de  Alejandra nos dijo: La radio con sus propuestas para un mundo feliz, me desconcierta; efectivamente ahora que ya no estamos en el “Panda Cool Center” y andamos deseosos de poner el letrero ‘Nos cambiamos a la vuelta” es precisamente cuando estoy viviendo lo que yo llamo el México real. Lo que  afuera está lloviendo es un aguacero de plomo, situación que me ha puesto más  triste, muy  nervioso e infeliz.

No es lo mismo estar sentado atrás del escritorio, escuchando a la juanada con sus asuntos bromísticos y casos de la refregada vida, que vivirlos en carne propia; no tener la quincena y estar en medio del divorcio laboral.  Aquí es donde se asoma el otro demonio que nos  cala a todos los mexicanos: La puta inseguridad, yo aguanto cumbia; lo soporto todo pero que no pueda sentir la libertad; caminar por la calle  y sentirme seguro; tengo que  resguardarme entes de las diez de la noche para sentirme a salvo ¡está del carajo!

En una quincena he sabido de cuatro difuntos que han caído a manos del hampa: policías, comerciantes todos desconocidos pero al fin seres humanos. Aquí el asunto estriba en que les describo  una escena real,  que se desarrolló en no más de 10 km. a la redonda de donde éste ser terrenal convive, si esto se le puede llamar convivencia.  No es queja, es impotencia…es mirar por la azotea y no saber a dónde ir y al mismo tiempo imaginar que en ese mismo instante que observo la ciudad, está ocurriendo alguna barbarie y un compatriota más  –en el mejor de los casos- va tumbado de dolor en la camilla de una ambulancia o directamente al cielo de los Mexicas.

Con todo esto casi frente a mis ojos, llegó la quincena y en el cajero solo se asomó la pírrica cifra de cuatrocientos veinte pesos, mismos que se batirán a duelo contra la carestía: aguacate  más de $ 50 el kg.  Tortilla $12.00; cilindro de gas de 20 kg. $320; kg de carne $120….con estos precios la patita va al mercado y tal vez termine por empeñar su reboso de bolitas.  

A pesar de todo, en estos días he recibido llamadas de solidaridad envueltas en palabras de aliento que  provocan  dar gracias por cada momento vivido y los que faltan por venir.        

 

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