¡El campeón de la radio!

Mosa
Cuerpo

Qué se decía de él: estricto y  su religión  la disciplina. Con un gran amor para la empresa a la que pertenecía; sobra decirlo del orgullo que demostraba por   sus patrones. Las oficinas a su cargo funcionaban en automático,  todo lucía en orden cuando  se apostaba en el quicio de la puerta,  los subordinados corrían a su lugar de trabajo; el reguero de hojas blancas sobre la mesa se apilaban auto-integrándose al orden impuesto por la presencia del líder.  

Camisas impecablemente planchadas, en los puños sus iniciales bordadas GHT, mancuernillas de oro; cinturón de piel con una hechura exclusiva.  El pantalón perfectamente quebradito por la raya en medio de cada pierna, siempre fajado muy arriba del ombligo;  el saco solo para llegar y retirarse de   la oficina. Su rostro moreno con rastros indígenas y sus sienes plateadas, todo un viejo lobo de la radio, hacedor de éxitos musicales; emisoras exitosas; oído atinado para descubrir éxitos musicales y portador de un poderío detrás del escritorio.

El día de atención a promotores de las disqueras, un carnaval de la promoción discográfica,  flla larga y más la espera. Aguardaban el momento del encuentro con el campeón de la radio; el champion de la música. Los promotores  buscaban afanosamente  su bendición,  la patada de  buena suerte a sus canciones  y artistas en turno. Con estos dos apodos se le reconocía al  hombre que alguna vez no le diera el visto bueno a Julio Iglesias y a otros tantos.

Recuerdo que alguna vez recién ingresado a trabajar en una emisora de radio que él dirigía me dispuse a recorrer los pasillos de la estación, curioseando cada uno de los rincones de la empresa,  para mala fortuna me encontró el campeón en mi caminata cultural,  tan solo pronunció la siguiente frase: ¿dónde es su lugar? No hubo respuesta solo apuré mi paso y sin voltear hasta llegar a la oficina.  

No recuerdo qué día de junio de 1995, éste hombre: Don Gabriel Hernández Toledano, oriundo del Estado de Oaxaca. Me recibiría en su oficina para la entrevista laboral; los exámenes estaban casi aprobados, solo faltaba enfrentarme al champion. La recomendación que me dieron los compañeros fue: a todo lo que te pida Don Gabriel dile que SI, si te pide una felación no lo dudes, de eso dependerá el que te quedes a trabajar.

Doce del mediodía  anuncié mi llegada en recepción, me mandaron directito al sillón de la sala de espera y vaya que tardaron en autorizarme el avance a su oficina; ya en el lugar, otra vez a hacer minutos nalga en el sillón; por fin Marcia su incondicional secretaria con  sonrisa plástica,  me invitó a traspasar el umbral del olimpo.

Ahí estaba, en su sillón de piel negra y escritorio negro, a sus espaldas un estéreo  moderno y grande: ¡Campeón siéntese! ¡Mire mis mancuernillas de oro! ¡Son de oro! ¡Mis lentes tómelos son de oro campeón! No sabía que decir ni que hacer. ¡Si Don Gabriel! Rápido regresé los lentes no se me fueran a resbalar con la temblorina que me acarreaba.

Después de esta inconexa conversación, me dijo: Le voy a poner un disco que me acaba de llegar de Puerto Rico y me da su opinión; el tablero del stereo se encendió y sonó potente en la oficina,   se trataba de la versión más reciente del mambo caballo negro.

 -¿Usted conoce Puerto Rico? - No señor contesté, con ésta respuesta  pensé que ya no calificaría para el empleo. En medio del  buen volumen de la música,  de su boca nació una  indicación que me pondría a temblar, en  sus labios  morenos se asomó la frase: ¡haga a un lado la silla!  ¡ póngase a bailar!  Inmediatamente recordé la recomendación de los compañeros: a todo lo que te pida dile que SI. Se lo que están pensando, comencé a bailar el mambo caballo negro en la oficina de Don Gabriel Hernández, el objetivo: obtener el empleo…y me quedé.

 

 

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