Crónicas de un promotor: Amiguis con garantía extendida.

Cuerpo

No crean que pasar siete u ocho horas de pié al día, lidiando con personas a quienes se les debe de convencer para venderles una computadora, es muy divertido. Incluso, eso no es lo más desgastante de la noble labor de un promotor.

La complicación principal se centra en llevar la fiesta en paz con el personal que labora en la tienda que se te asigna: gerente, subgerente, jefe de área, guardias de seguridad, vendedores directos de la tienda y cualquiera que porte el uniforme de dicha cadena. Nunca entendí por qué al principio te miran como bicho raro, incluso con desprecio. Como si estuvieras invadiendo su territorio y fueras a quitarles la carroña de la que se alimentan, cuando mi única labor se centra en desplazar el inventario de las computadoras de la marca a la que represento. Creo que detrás de todo ese rechazo se esconde la impotencia de saber que tú trabajas menos horas y percibes un sueldo superior al de ellos sin tener que ensuciarte las manos o estar bajando cajas y acomodando mercancía.

En cualquier lugar en el que te pares, siempre la primera impresión será la que deje precedente de cómo se desarrollará tu estancia en la tienda y si será amigable o ríspida. En las tiendas del club del tío SAM y en las del tío Slim el ambiente, por lo general, es excelente. Gente que te deja hacer tu trabajo y te facilita todo para generar ventas. En cambio, en las de Office, ya sea Red o Yellow, puedes llegar a vivir un calvario. También en departamentales como Liver y SEA…como sea, tu función es la de vender ante cualquier adversidad que se te pueda presentar.

En Office Red, el encargado del departamento de tecnología no te permitía platicar con otros promotores ni moverte fuera de tu área de trabajo. Sus pueriles técnicas de control no quedaban ahí, porque de manera imperativa te “pedían” que limpiaras los escritorios y todas las computadoras exhibidas: por supuesto que yo tenía derecho a decir que no porque a mí no me pagaban por hacer eso, en dado caso, que llamaran a los de limpieza para ejecutar dicha labor. Bueno, si te negabas rotundamente pasaban dos cosas: te pedían “amablemente” que te retiraras de la tienda o no te decía nada pero jamás ofrecerían tus computadoras a los clientes.

Era una típica batalla para imponer su ley, por lo que actuar con astucia era lo más conveniente. Si yo lograba llegar a cubrir mi cuota semanal de computadoras vendidas mi sueldo sería depositado íntegramente y sin descuento alguno. Pelearme con un Neandertal no me llevaría a ningún lado, tenía que imponer mi inteligencia como el Homo sapiens que soy. Y en el estira y afloja, encontré la manera para que ellos trabajaran para mí.

No sé si han acudido a estas tiendas, pero una vez que te animas a adquirir un aparato electrónico te ofrecen su Garantía Extendida, la cual asegura a tu producto hasta del mismísimo Satanás y de paso, les das a ganar una comisión a los vendedores. Bueno, el trato era que si tú le vendías al cliente una de tus computadoras y lo convencías para que adquiriera la Garantía Extendida, ellos ofrecerían solamente tus equipos. ¿Quihubole papus?

Entonces, la historia pasaba de una tragicomedia, al final feliz de cuento de hadas en donde todos ganábamos y nos convertíamos en mejores amiguis. ¿No les pudo encantar esta hermosa historia de la promotoría con garantía extendida?

Moraleja: Pidan ver más opciones antes de comprar sus computadoras y eviten eso de la garantía extendida, porque no siempre es tan bonita como se las pintan. Bueno, los dejo porque tengo que seguir limpiando los escritorios y compus de exhibición.