BOHEMIA Y COMIDA: COMBINACIÓN PERFECTA

Mosa.
Cuerpo

Los buenos hábitos se “maman” se traen de la cuna y no importa que ésta sea humilde; de ahí que el viejo y conocido refrán que embona perfectamente: “Lo que natura no da, Salamanca no lo presta”.

Lo anterior viene a colación por el “Jeta Book” de hoy, dedicado a un gran personaje que llegó a la catedral de la cábula, acá por los rumbos de Av. Universidad. La una de la tarde sonaba en el reloj nivada, viejo medidor del tiempo atorado en un  clavo oxidado y aunque mantecoso por el tiempo no dejaba de dar servicio.  En esa ocasión avisaba que el encuentro con un gran personaje de la canción mexicana estaba a punto de llegar.

Todos los puntos de seguridad  estaban avisados que en cualquier momento irrumpiría en el ambiente un hombre bien vestido, caballero hasta mas no poder, habría que añadir que acerca de éste artista se dice, que su aroma es de lo más agradable que existe en el medio; ésta era la oportunidad de saberlo.

Originario de la colonia Clavería en la delegación Azcapotzalco, músico, bohemio y amante de la vida hacía acto de presencia en la puerta, ese marco que todo lo humaniza; ahí estaba sonriendo y saludando con su clásico ‘hermano del alma” ¡qué tal hermanito! ¡Buenas tardes  con permiso! Y ya mi mano estaba extendida frente a él; maestro bienvenido a su casa y ¡claro que si era su casa! Un gigante de la industria que ha vendido cualquier millonada de discos  y que en su momento habría beneficiado  al mercado.

Sencillo, de trato amable y agradeciendo la invitación para la charla pactada se instaló en esa cabina energizada con la vibra de las bromas y  la vida de los protagonistas, hasta se sentía  que  las carcajadas de millones de escuchas forraban el cuartito para  arropar  a un ídolo que se sentaba frente al micrófono de los locos, ese micro que te hace soñar y te deja caer al vacío para apagar tus egos y estaba sentado en la terapia:  el “Príncipe de la canción”

Sus ojos comenzaban a jalar los hilos de su historia y su mirada retornaba décadas atrás cuando ejecutaba el bajo en un grupo de jazz;  la sonrisa apreciaba esos recuerdos y su cabeza afirmaba que lo vivido había sido bueno, sin arrepentimiento alguno. La loción que despedía su cuerpo efectivamente era la que alimentaba el dicho de que posee un aroma tan agradable que da gusto estar a su lado.

Comentó de sus amores; de su carrera, familia y demás situaciones que a lo largo de su trayectoria se han dado a conocer; un tema me atraía mucho y en ese instante debía ser respetuoso con el invitado, sin embargo debía preguntarlo. De todos conocidos su problema con el alcohol: cómo abordar el tema, si nos había costado tanto trabajo que estuviera con nosotros  para  abrir heridas, como ¿para qué?  

Pero la lengua no tiene huesos y se mueve por todos lados y  sin decir agua va, comencé a hilvanar el tema, de pronto hice una pequeña introducción a cerca de la bohemia: “dicen que desde que se acabó la bohemia, se terminaron los grandes autores y cantantes, esos seres que saben interpretar el mensaje de la noche, la luna y sus mujeres” así se lo comenté  y  él maestro se dejó llevar por las palabras  comenzó a jugar el   vaivén del momento: “Mi hermano una bohemia para mí, comenzaba a las 19:00 hrs.  Salía de mi hogar en la Clavería, muy bien aseado, vestido y perfumado. A las 20:00 hrs. directamente a cenar a los riquísimos tacos de Robles Domínguez mi hermano; uno debe cenar muy bien.  Comer bien es la clave para que el estómago reciba los líquidos etílicos que durante la noche has de llevar a tu cuerpo”.

No debes  dejar de cenar ya que llega el momento que el cuerpo te pedirá vaciarse y si no encuentra nada en la barriga, maltratará la flora intestinal y la pasarás muy mal. Su mirada parecía volar hasta aquellos lugares en donde   dejó sus cantares…y todo.  Hasta la fecha la ciudad y su gente lo recuerdan con un cariño que nadie podrá borrar.

Igualmente aquí se le aprecia y admira, maestro JOSÉ JOSÉ  

     

     

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