AMOR ENTRE REJAS

MOSA
Cuerpo

Dos hombres, amigos y compañeros de celda; su destino pasar a la sombra  varios años para pagar su deuda con la sociedad. Aunque uno de ellos ya estaba recién comenzaba a gozar de la libertad condicionada. Así comienza éste geta book.

La historia nace allá tras las paredes de un penal en San Luis Potosí,  la diaria  convivencia  de dos hombres que abrieron sus corazones para dar paso primero  a la amistad, después a la misma vida,  con el hecho de sentirse acompañados y  como consecuencia desvelar atisbos de amor  macho.

Pedro,  hombre recio y maduro en edad le dio cobijo en la celda al recién llegado Juan; éste último tuvo que granjearse la estancia, ganarse el taco, en la cárcel todo cuesta y un peso es muy difícil de obtener. Cuando llegas a la celda y cuentas con protección, a cambio debes hacer los quehaceres propios de la  “habitación”. Aquí lo que  pasó fue que se encontraron el hambre de cariño  y la necesidad de entregarlo; Pedro fungió como la  “mamá” y Juan su protegido. Así escuchamos la historia una noche de show en la voz de Juan.

Limpiar el piso, asear la vieja letrina; lavar la ropa del compañero y hasta hacer la comida del diario para que en ese rinconcito no faltara nada, así vivió la transformación que Juan representó en esa  vida carcelaria. Mientras Pedro el proveedor que le procuraba seguridad y rumbo a esa vida llena de obstáculos,  pero con un objetivo que día a día se iba cimentando: obtener la bendita libertad.

Una tarde Potosina llena de sol  Pedro cumplió su condena, alisto sus menesteres, los que más apegos le traían,  lo que era  útil para Juan ahí lo dejó todo un buen compañero; antes de salir dejó varios consejos para que éste trance pasara muy rápido: No te metas en problemas, disciplínate, no rompas las reglas; ayuda al que lo necesita y se gente de bien. Cuando salgas búscame para que te incorpores a la vida de allá afuera.

Juan comenzó a enfrentarse a la vida solo y su alma, el gran cariño de su vida carcelaria ya no se encontraba tras esas rejas; solo las pertenencias de Pedro traían a la celda su presencia con sus grandes carcajadas. El agradecimiento de Juan era inmenso y  guardaba sus recuerdos  en el corazón; tal vez encontró en él al padre, hermano o amigo que nunca tuvo en sus  andanzas por la tierra de la libertad, hasta que en la cárcel conoció el verdadero valor de una compañía.

La radio que se mete por todas las rendijas inimaginables, visitaba noche a noche a la comunidad del penal, los anfitriones especiales Pedro Y Juan, se llenaban la boca de carcajadas reprimidas con tiliches para que no hacer ruido. Las palabras las convertían en imágenes para dibujar  la escena radiofónica y escapar mentalmente  sobre  las lúgubres paredes y  desternillarse de risa.

El derecho a la risa que Juan perseguía, iba más allá de estar escuchando la radio. Una buena noche de vigilancia laxa y caseta telefónica desocupada el travieso Juan,  se comunicó al panda cool center para solicitar su broma, la que tanto anhelaba llevar a cabo y traer a los oídos de todos la voz de su admirado  Pedro.

En que consiste tu broma, se escuchó la sentencia radiofónica.  una vez que Juan había compartido sus experiencias en aquel tanque del centro del país, argumentó:  Quiero hablarle a mi amigo que fue compañero de celda  durante muchos años, él tiene unos meses que Salió. Lo recuerdo muy bien, una gran persona que me brindó todo su apoyo y ahora quiero manifestarle mi admiración y cariño con la broma.

Le voy a hablar y le comentaré que vinieron del registro civil a casar a las parejas que están en unión libre. Pediré a Pedro que por el gran amor que nos tuvimos aquí adentro, me permita ofrecerle matrimonio vía telefónica, tú serás el juez del registro civil que mediaras el compromiso para que se lleve a cabo de forma no presencial, por parte  de uno de los consortes.

¡Increíble si y bastante!  una broma loca; la conclusión de la historia, según nosotros,  pronto saltaría a los oídos: ¡no se la va a creer estas bien…! uno no sabe que hay a la vuelta de la esquina. Entra producción para dar ambiente a la treta: se escuchaba por doquier  el alboroto propio de un evento de tal importancia en la cárcel; el Lic. lo solicitaban de aquí y de allá, firmaba papeles, mientras por él altavoz un asistente convocaba a los que todavía no recogían el acta de matrimonio se formaran en la fila junto al escritorio del Lic.

Juan previamente le comentó a Pedro que le hiciera vivir ese sueño de estar casado, máxime  con una persona a la que quería y ese ser que Dios había puesto en su camino para él,  era Pedro. No tardó mucho en cerrar el acuerdo, es más la voz de Pedro se escuchaba apacible, creo que hasta amorosa, aceptaba esa convivencia por la calidad de vida que había experimentado junto a la persona de Juan en esa celda.

Juan y Pedro enlazados al teléfono; Pedro en algún lugar de Nuevo León, Juan gustoso llamando al Lic. para que comenzara la ceremonia, misma que dio inicio por la premura del ocupado casamentero. Solicitó datos y se escuchó el  protocolo formal: en nombre de los Estados unidos mexicanos y por las leyes que me confieren doy fe y legalidad que los que aquí se presentan con nombres…   están ante mí para unir sus vidas y enmarcarse en las leyes que de ellas  se deriven…

Llegó la pregunta que coronaría la broma o la justificación del amor de macho: Juan ¿acepta usted por compañero a Pedro?  ¡si acepto! Respuesta esperada por la condición de  guasón.   La siguiente frase provocó temblor en los monitores;  usted Pedro la misma pregunta ¿acepta usted por compañero de vida a Juan…a respetarlo y protegerlo ante las leyes que emanan de nuestra constitución?  

¡Si acepto con todo mi corazón!

Colorín colorado esta historia fue sellada con un sonoro beso telefónico que Pedro le envío a Juan en señal del amor que sentía por su compañero de celda.

Al desmentirse la broma hubo reclamo, desconcierto  y la bocina que ocupaba Pedro enmudeció,  de pronto murió la llamada; sin embargo la prueba de que el amor entre ellos existió,  solo los barrotes  de la celda lo saben.

 

 

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