Ghost: La sombra del amor

David
Cuerpo

Para hallar una banda de rock o de metal que pudiera figurar, contrastar y asomarse un poco entre un mundo musical homogéneo repleto de pop, reggaetón y electrónica suave y melosa, se le tiene que rascar demasiado porque son especies en extinción.

El nombre de Ghost se dejaba ver a lo lejos, primero por su esencia de portar disfraces (un recurso muy desgastado, desde mi punto de vista) con alusión de burla hacia la iglesia católica y refrendándolo en sus canciones, pero sin exponer ritmos agresivos ni ocupando voces guturales al puro estilo del black metal o similares. Más bien heavy o doom con sonidos poderosos, certeros y efectivos que instintivamente lograban que agitaras la cabeza y empezaras a golpear con el pié en el suelo para seguir los tiempos de la batería.

En el 2015, Meliora me había dejado buenas impresiones y hace como un mes, cuando lanzaron el sencillo para su nuevo disco Prequelle, noté que el sonido había cambiado a hard rock con “Rats” que dicho sea de paso, no terminé por encontrarle el gusto. Posteriormente lanzan el segundo sencillo: “Dance Macabre”. Un tema pegajoso con un coro repetitivo que terminó por fastidiarme después de unos minutos. Gracias a eso, perdí el interés por explorar el disco completo hasta que hace unos días que, en mi aburrición total, me dispuse a escucharlo.

Un disco que le abre la puerta al grupo hacia el mundo comercial para difundir su nuevo estilo, el cual resulta más amigable y digerible para aquellos delicaditos que gustan de sentirse rudos en algún momento de sus vidas. El material no cuenta con canciones que nos remonten a los discos pasados, si acaso “Faith” pero hasta ahí. Un par de instrumentales de relleno, dos covers acordes a la voz sin potencia de su vocalista: “It's A Sin” de los Pet Shop Boys y “Avalanche” de Leonard Cohen. Y finalmente, la canción que los amantes de las baladitas melosas van a exigir corear en sus próximos conciertos: “Life Eternal”.

En resumen, un trabajo que contrasta poderosamente lo que proyecta la portada con las composiciones musicales encapsuladas en un insípido “Prequelle”.

Ahora que si les gustan éste tipo de ritmos más comerciales alejados del sonido clásico del metal para fusionarlos con toques poperos y emos, pueden ir corriendo a darle like a bandas como Amaranthe o In Flames y sacar a esa hembra pseudometalera que llevan dentro, queridas.

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