Jugueteando Con el Recuerdo

Pamela Grushenka
Cuerpo

Me despertaron los rayos del sol que se asomaban por mi ventana dándome los buenos días sobre mi cuerpo, traspasaba mi habitación para decirme que abriera los ojos. Como todos los días al estirarme me doy un fuerte abrazo para desearme un plácido despertar. Me levante y fui a darme una ducha, amo sentir caer el agua sobre mi tersa piel, me gusta cerrar los ojos y acariciar cada parte de mi tez, sentir mis brazos vigorosos y sensuales , mi cuello suave y alargado, mis muslos extensos y torneados, mi monte de Venus suave y preparado para un próximo encuentro, amo rozar mi pechos con mis dedos y sentir como mi clítoris se comienza a preparar.

Termine mi ducha y solo me puse una blusa transparente de seda, camine hacia la cocina y me prepare un exquisito café colombiano que me había traído mi amiga Susan, me dirigí a la ventana de mi balcón que se encontraba en mi habitación,  esta daba hacia la playa de Mazarrón, ciudad y municipio español, perteneciente a la Región de Murcia  que Limita con los municipios de Cartagena.

Me pare en el mirador y vi como una pareja jugaba en la orilla de playa, se veían muy enamorados, ella corría y él la comenzaba a perseguir, la atrapaba y la tomaba fuerte entre sus brazos para después terminar en sus labios hasta perderse en un dulce y profundo beso sobre la arena. Eso me hizo recordar a un hombre que ame con toda el alma y fue por el que tuve que buscar mi consuelo en distintos amantes, mi querido Tadeo era ese hombre que un día me hizo tener la mirada desorientada y mi cuerpo erguido todo el tiempo, eso provocaba mi apasionado caballero que un día me enamoro como loca, era dueño de mis más dulces, tiernos y perversos pensamientos, mi amante , amigo, novio, cómplice y amor que en un amanecer renuncio a serlo dejando un vacío en mi corazón y mente.

Al mirar esa pareja recordé uno de esos días de Marzo cuando mi respetado Tadeo me tomo entres su brazos y comenzó a besarme de una forma dulce, entregada hasta que nuestros labios se hacían una sola piel, mientras su mano bajaba lentamente por mi pecho haciendo pequeños masajes, mi cuerpo y alma sabían  que pasaría, el me quitaba el aliento poco a poco y sus manos pequeñas pero fuertes comenzaban a bajar hasta perderse dentro de mi blusa, y frotar lentamente mis tetas, provocando que mi cuerpo se empezara a erizar  y pedir a gritos que no parara.

Amaba la forma tan desigual que tenía para acariciarme los senos, seguía frotándolos hasta el punto que les dio unos pequeños pellizcos y origino que gritara de placer. Se despegó de mis labios buscando mi cuello bajando lentamente hasta lamer mis cerezas, disfrutaba mucho que lo hiciera, apreciaba su lengua jugueteando con mis lilas  y como sigilosamente con la punta de sus dientes los mordía, había un pequeño dolor que me gustaba, veía sus lindos ojos verdes como disfrutaba del acto. Seguía mordisqueando mis pezones y con una mano acariciaba mi coño por encima de mi pantalón haciendo roce con mi ropa.

Desesperada le pedía que me arrancara las prendas y me cogiera como solo él sabía hacerlo, pero su mirada me lo decía todo, era el mejor disfrute del momento, ambos estábamos muy calientes y mojados, así que le baje el zipper y comencé a mamarle el pene como le gustaba, mi lengua lo recorría  de arriba hacia abajo y de menos a más, que ricas mamadas le hacía, comencé a metérmelo en la boca utilizando a la vez mis manos para hacer movimientos ascendentes y descendentes, buscando cada vez más la profundidad de mi garganta, mientras se la succionaba, además de decirle en cada chupada, fases como que rica la tienes, te amo, me gusta cómo me manoseas, soy tuya, eres mi hombre y yo soy tu perra.

El tiempo no existía solo el aire que era nuestro cómplice y nuestra pequeña mascota Rosita que miraba el acto, yo quería ser penetrada pero mi varón me había hecho entender que hoy era diferente, así que me quite mi pantalón, me puse de perrito y le pedí que me restregara su pene en mi culo una y otra vez y que también me pegara con él , mientras me preguntaba que si me gustaba, yo gritaba de lujuria que sí y que no parara, me tomo del cabello y mientras tiraba de el, puso su ñonga entre mis nalgas y su dedo índice en mi vulva, masajeando hasta cuestionarme si estaba lista, yo vocifere que cuando quisiera y al mismo tiempo nos venimos, explotamos de placer.

Abrí mis ojos pidiendo más sin piedad y me di cuenta que era mi dedo el que se encontraba dentro de mi panocha bien mojada y que en ese momento me había venido con el recuerdo de aquella experiencia que tuve con mi amado Tadeo.

Aun me cuesta trabajo entender, como poco a poco dejo de hacerme el amor y que nuestros encuentros fueran una vez al mes, castigando mi cuerpo sediento del suyo, dejando solo el placer en aquellos encuentros que teníamos y que ahora se perdieron en la nada.