Cada quien hizo su "maleta"

David
Cuerpo

Cocinada ya está y sólo falta el último hervor. Tentativamente lista para el mes de mayo y únicamente se está decidiendo, en el estira y afloja, de cuántos ceros va a ser la rebanada que se devore cada uno de un pastel que tiene todo, menos el empalagoso sabor dulce que nos encanta a los invitados. Casi tan insípido como las carreras deportivas de los protagonistas del pleito: Julio César Chávez Carrasco y Saúl Álvarez.

El combustible que alimenta esta maquinaria se llama morbo. Desde hace años se han hecho de dimes y diretes porque empezaron sus carreras casi a la par, además les comparaban constantemente y lo determinante fue que cada uno en su trinchera televisiva fue inflado para erigirse como un falso ídolo.

Julito ha caminado por un sendero de altibajos en los que francamente nunca ha disputado encuentros con enemigos de gran calidad o que le exijan, en lo que va de su carrera se le ha consentido con rivales a modo. A mi parecer, arrastra el apellido del padre y vive de él, porque no creo que más allá del boxeo el joven haya desarrollado su lado intelectual estudiando alguna carrera o ejerciendo una profesión que le dé para vivir tranquilamente.

Tampoco crean que el Canelo tiene aptitudes boxísticas admirables (aunque sí más que Chávez); Televisa lo puso en un altar bárbaro que el muchacho se la creyó y muchas de sus limitaciones son consecuencia de no haber cambiado de entrenador, quien considero agotó todos sus conocimientos y se estancó.

Tv Azteca estará feliz porque transmite las peleas de ambos y será por sus pantallas que proyecten un pleito de lavadero llevado al ring, donde la calidad estará ausente y el morbo se disfrazará de rating.